domingo, 7 de octubre de 2012

MAS MISERABLE QUE CATALAN

Ya cansa tanto victimismo. 

Es miserable utilizar los sentimientos de los catalanes para enmascarar la actual crisis y especialmente la bancarrota de la Generalitat de Catalunya. Como en tantas sociedades, actuales y pasadas, un dirigente desvía la atención  hacia lo emocional y la utopía -que puede incluso llegar a hacerse realidad-, para escabullirse de su responsabilidad, la de afrontar una situación insostenible: No hay dinero ni para pagar las nóminas de los funcionarios catalanes. 

"Endavant". "Adelante". "Seremos más libres". ¿Seremos menos miserables?. De la ruina a la miseria hay poco trecho.

Llorar con nacionalismos trasnochados, sin ver la realidad y la transformación del mundo es pensar que Catalunya puede ser un Estado. Y lo podría ser. ¿A qué precio? De entrada fuera de la Unión Europea -no sólo de España- y fuera del euro con todo lo que implicaría. Sería un pequeño país con una deuda calificada como bono basura y escaso margen de maniobra en todos los sentidos.

No es Cataluña el problema, es Europa. Es lo que nos debe preocupar. Querer ser más pequeños aplicando políticas de campanario es precisamente lo que quieren los enemigos de Europa.

Ver sólo el ombligo catalán o de cualquier otro lugar nos hace pequeños en un mundo con problemas más complejos que una bandera o un Estado propio pequeño.

Da pereza escribir sobre la cuestión catalana. A estas alturas del siglo XXI tenemos que afrontar este asunto en el momento más absurdo.

Mas es más miserable que catalán. La ruta soberanista del President de la Generalitat de Catalunya, Artur Mas es un viaje a ninguna parte.

Catalunya debe afrontar unos intereses diarios de 4 millones de euros; su deuda pública está situada en 44.000 millones de euros y separarse de España, algo que rechaza la Europa avanzada, implicaría recibir la cuota correspondiente de la deuda soberana. Una cuota que nunca sería inferior a 100.000 millones de euros. Es decir, Catalunya sería un Estado basura donde no se podría mantener ni el actual sistema de pensiones.

El problema, incluso negociando un nuevo pacto fiscal, es la gestión del actual y de los anteriores gobiernos catalanes. Dilapidación de capitales públicos y corrupción, esa es la marca que lastra el sueño catalán. Hay un déficit anual de unos 9.000 millones de euros que una gestión sensata habría evitado. Pero de eso no se habla. Sí de la expoliación  de España a Catalunya. Para acusar se han de poner todos los números encima de la mesa y ahora las cifras están en contra de Mas y de todos los presidentes catalanes anteriores. 

Inverosímil, peligrosísimo, es como se ve el sueño independentista desde la sede de La Caixa en la avenida Diagonal de Barcelona -con el 70% del negocio fuera de Catalunya- o en el Banco Sabadell que acaba de comprar CAM -antigua Caja Mediterráneo- por un euro para hacerse cargo de otra gran ruina española, eso sí con ayuda pública estatal.

Y así, seguiríamos. La realidad es tozuda y no verla es lo peor que le puede pasar a un político que sólo quiere ondear una bandera en tiempos en los que no hay mástiles que las puedan sostener.