sábado, 26 de enero de 2013

CORRUPCIÓN A LA ESPAÑOLA


Un concejal de una pequeña ciudad española exigió un coche regalado para su esposa a un nuevo concesionario de vehículos que abría sus puertas en el municipio; el edil siguió pidiendo dinero y regalos a los empresarios a cambio de apoyar políticamente los proyectos que querían desarrollar.

Es un ejemplo miserable y real de lo que lleva décadas ocurriendo en España.

Escribir, pensar, comentar, hablar sobre la ilícita conducta de numerosos cargos políticos, públicos, institucionales, orgánicos de España es algo que repugna. Nos asquea por el elevado nivel de corrupción al que hemos llegado.

Los corruptos se han enfangado en el lodazal de las comisiones ilegales, cohechos, malversaciones, prevaricaciones, falsedades, negocios ilícitos, robo de capitales ajenos, públicos o privados, y nos han llenado a todos de lodo y miseria humana.

Cada saqueador lo ha hecho en la medida de sus posibilidades. Unos han robado 1.000 euros, otros 10.000 y otros millones. Así, hasta el saqueo generalizado de arcas de todo tipo. Por ello, hasta los que no han participado de la fiesta de este enriquecimiento ilícito están en el punto de mira de la sociedad como posibles delincuentes. Aunque no lo sean.

Es el descrédito actual de la clase política española; una clase, la llamada casta política, que ha dinamitado el poco prestigio que le quedaba. Una deslealtad con la sociedad que al ser delictiva tendría que condenarse judicialmente, lo que pocas veces ocurre. Son escasos, aunque nos parezcan muchos, los casos de corrupción destapados. Que sean unos 200 políticos españoles los que están siendo investigados judicialmente por presuntos casos de corrupción es sólo un botón de muestra. Hay mucha basura y porquería en las cloacas del Estado -en todos los niveles de todas las administraciones que no saldrá nunca a la luz pública-.

Los políticos y cargos públicos en España con las manos manchadas por presuntos delitos pueden ser muchos miles, decenas de miles, nadie lo sabe. Hay casos prescritos, ocultados por pactos tácitos entre partidos, que nunca se conocerán.

Se grabó a un concejal en un encuentro con un promotor inmobiliario y quedó probado que exigía cantidades de dinero o costosos regalos para él y su familia. El alcalde lo citó y cuando entró en su despacho puso la grabación. El concejal se sorprendió -primero-y se enfadó -después- sin el menor atisbo de vergüenza, pasando a acusar al alcalde y a los responsables locales del partido al que pertenecían ambos de llevar a cabo tácticas sucias para arruinarle la vida desconfiando de alguien que impulsaba proyectos "beneficiosos" para la ciudad.

Finalmente, hubo acuerdo y el alcalde, que aclaró que en el partido aún no se sabía nada puesto que la grabación audiovisual la había realizado una persona de entera confianza, agradeció el gesto del concejal quien se comprometió a que desde entonces retiraría una parte de los fondos que obtenía ilícitamente para el alcalde. E incluso creyó necesario pagarle una parte de lo recaudo con anterioridad. Y siguieron adelante ambos compartiendo jugosas cantidades del dinero que no les pertenecía.

Lo han hecho -parte de ellos, nunca todos- concejales, alcaldes, diputados autonómicos, delegados provinciales, directores generales autonómicos, secretarios autonómicos, consejeros autonómicos, presidentes autonómicos y así hasta pasar a los políticos y cargos públicos de la administración estatal, corrupción a destajo con enormes nubarrones que han cubierto también a la Casa Real.

Entre todos los corruptos han conseguido que España sea un estercolero político que los ciudadanos, si pudieran -y ya se teme un estallido social- limpiarían con excavadoras y camiones para transportar toda la basura por una planta de tratamiento de residuos, lo que fuese basura orgánica se transformaría en abono y lo que se pudiera salvar tal vez se reciclaría. Limpieza, transformación, medidas ejemplares y reciclaje, que parece que no van a llegar a tiempo, ni tenemos suficientes excavadoras para tanta basura.